La siega


Como todas las labores básicas del campo, su antigüedad se remonta a hace miles de años, con los primeros asentamientos humanos, sin que por ello se halla dado una evolución en el método hasta el siglo XX con la introducción de la maquinaria en el campo. Durante muchisimos siglos el procedimiento se basaba en fuerza muscular humana y de animales e instrumentos sencillos.
Dado que la Aldea no está en una comarca cerealista y que su producción era simplemente para autoconsumo, existió una baja mecanización, habiendo pasado de un solo salto de los métodos tradicionales (arcaicos) a los mas modernos, sin solución de continuidad.
Resulta curioso observar en el dibujo, las tareas a gricolas del antiguo Egipto y ver el paralelismo hasta bien entrados los años 70 del siglo pasado.
Comienza la siega bien entrado el verano, cuando los cereales están secos. Bien entrado el verano (Julio)
El segador se coloca la zoqueta, pieza de madera como a modo de guante pequeño, para aproteger los dedos del corte de la hoz, se ponía en la mano izquierda, metiendo en ella, los tres dedos más pequeños y dejando fuera el dedo pulgar y el índice para poder coger la manada de espigas que se va a cortar con la hoz. Lleva también un agujero redondo en la punta y se ataba a la muñeca con una cuerda o con un hiladillo.
Cada segador cogía un surco e iba segando hasta que se acababa la tierra. A medida que se avanzaba, se iban haciendo gavillas, que eran un brazado del cereal y con tres gavillas se hacía un haz y se ataba. Los haces se iban echando a un lado para recogerlos después.
La siega era tarea de toda la familia, hombres, mujeres y chicos, toda mano de obra era bien recibida.
Se madrugaba mucho y sólo se descansaba una hora o así para almorzar. Primero se segaban las cebadas, después los trigos y centenos y por último las avenas.